martes, 19 de agosto de 2008

Han pasado 16 años

A veces el lector se sorprende al encontrar algunas informaciones. Nos ha sucedido con esta doble página publicada por Mediterráneo: la detención de uno de los presuntos criminales de guerra más buscados del planeta "tiene que ver" con la ciudad de Almassora. Un reportaje muy bien llevado de Sara Claramonte nos lo cuenta.




Sara relata lo siguiente a pròsito de esta doble página: "La detención de Radovan Karadzic, ex líder de los serbios de Bosnia y el hombre más buscado desde la guerra de la antigua Yugoslavia, el pasado 21 de julio motivó que una de las personas que hace diez años ayudaron al importante contingente de refugiados de guerra que todavía viven en la localidad de Almassora (una ciudad de cerca de 23.000 habitantes de la provincia de Castellón, muy cercana a la capital) desde hace 16 años, me invitara a pulsar su opinión sobre lo ocurrido. Los más difícil fue reunir a un buen grupo, no por el hecho de no querer hablar, ya que en España gozan de una gran libertad para expresar sus opiniones y es algo que valoran mucho, sino porque muchos de ellos aprovechan estas fechas para visitar a los familiares y amigos tanto los que les quedan en su país como los que eligieron para vivir en el exilio otros destinos como Gran Bretaña o Alemania. En cualquier caso no puedo negar que al principio hubo cierta desconfianza por su parte ya que no sabían de qué manera se iba a tratar la información. Finalmente, y también gracias a la ayuda de uno de aquellos vecinos que vivió con los refugiados los primeros años de lucha hasta que pudieron valerse por sí mismos, logré reunir a un grupo –básicamente mujeres— en una céntrica plaza de la localidad. También he de agradecer que una de ellas conocía a miembros de mi familia y ella se encargó de que el resto aceptaran. Al final quedamos a última hora de la tarde para tomarnos un café y pulsar su opinión no solo ante la detención del prófugo, sino también las terribles vivencias que tuvieron durante la guerra, su condición de refugiados, su desprecio más absoluto a la intolerancia de todo tipo, la sensación que tienen de no pertenecer a ninguna parte y su desconfianza hacia la clase política. En su país ahora también se sienten unos extraños. Son personas con unas miradas que esconden una profunda tristeza pero que siguen luchando para que sus hijos vivan y sean felices en un país en el que prima la paz y la libertad. La conversación se prolongó durante cerca de tres horas, y fue como una 'terapia' en la que todos y cada uno de los participantes mostró los terribles momentos vividos. En el artículo quise reflejar las pequeñas tragedias que se esconden tras una guerra, muchas de las cuales no llegamos a conocer tras macrocifras y tormentas de datos, en un mundo tan acostumbrado a las imágenes violentas es necesario que nos detengamos en estas historias personales y que nos hagan reflexionar, ellos a sus treinta años y con una vida plena tampoco pensaban que les podía suceder, que iban a vivir tanto sufrimiento, miedo y penurias".

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