sábado, 19 de junio de 2010

Desembarco en la profesión (13)

Pilar Santaolalla ha desarrollado toda su carrera profesional en La Rioja, su tierra. En la actualidad, lleva las riendas de Onda Cero. Pero sus primeros pasos los dio en Madrid. Esta es su historia:

Recalé en Antena 3 de Televisión (A3) aquel verano de 1991 de casualidad, como suceden casi siempre las cosas buenas de la vida. Había enviado mi currículum fuera de plazo, pero me llamaron para una entrevista urgente en Madrid. Siempre recuerdo con enorme cariño la cazada que me pegó Paco Sánchez en la estación de autobuses de Soria: él era todavía mi profesor de Redacción y me había comentado la posibilidad de quedarme a hacer la tesis en la Uni, y, cuando le vi en la estación soriana, no recuerdo que trola le solté de por qué iba yo camino de Madrid. La mentira piadosa me salió del alma porque me pareció que le estaba traicionando para irme a la tele y... Vamos, una cazada en toda regla.

Cuando llegué a la entrevista en A3 recuerdo que uno de los que estaba en la mesa era Manuel Martin Ferrand, y que me preguntaron mucho sobre qué opinaba de tal o cual político, o de tal o cuál tema... Vamos, que mi impresión era que querían saber si, a pesar de la inexperiencia profesional, tenía criterio sobre la actualidad.

Me asignaron a la sección de Economía, con uno de los mejores jefes que he tenido nunca: Alejandro Dueñas. Y llegué a la sección junto con otro becario alto, con gafas, barbilampiño y con cara de niño, con olfato periodístico y muy trabajador. Y con acento cordobés. Era Julio Anguita Parrado... Trabajamos codo con codo durante los tres meses de las prácticas, y, aunque intentaba distanciarse del peso político que por entonces tenía su padre (no se parecía a su progenitor ni en lo físico, ni en la forma de pensar, ni en casi nada), le costaba mucho que la gente reconociese su gran profesionalidad. Y por eso me dolió mucho cuando murió el 7 de abril de 2003 en la guerra de Irak, cuando cubría la contienda dentro de la Tercera División de Infantería del Ejército americano. Me dolió porque conocí lo excelente profesional y persona que era, ¡y el lastre que supuso para él ser hijo de quien era!

Al tercer día de mi debú en la sección me ocurrió una experiencia profesional de las que dejan huella y que aún hoy, dieciséis años después, me recuerda mi entonces jefe Alejandro Dueñas. Poco antes de las siete de la tarde saltó la noticia de un acuerdo entre Apple Macintosh e IBM. Vamos, una bomba informática y económica. Al entonces director y presentador del informativo de las 20.30, Fernando González-Urbaneja, se le ocurrió dar la noticia con un redactor que anunciase la fusión de ambos gigantes informáticos y que se viesen por detrás un ordenador Macintosh y otro IBM. Alejandro me asignó la información. Hasta aquí, nada extraño.

Pero resulta que en todo el complejo de A3 no existía ni un solo IBM. Increíble, pero cierto. Nos planteamos salir corriendo con la unidad móvil a una casa de ordenadores, pero no íbamos a llegar a tiempo de llegar con las imágenes, editar... Tampoco sé bien cómo, pero de repente, y a media hora de empezar el informativo, apareció un IBM en una torre de A3.

Tan sólo llevaba tres días en la tele, pero repetí cuatro veces la noticia (¡qué difícil es hablar a un agujero negro, al objetivo de la cámara, que ni te mira, ni te escucha, ni te hace gestos!), la editamos y salió al aire.

Se preguntarán que cuál fue la lección que aprendí. Primero, y esto lo he comprobado con los años, que las cosas siempre se solucionan, de forma mejor o peor, pero siempre se solucionan. Segundo, que para ser un buen jefe hay que delegar y dar responsabilidad a los demás. Y lo digo porque a Alejandro Dueñas le cayó al día siguiente una bronca considerable por haber dejado a una becaria, que tan sólo llevaba tres días en la casa, que afrontase una noticia de tal calado. Alejandro se escudó en que la noticia había salido y había salido de forma correcta, y que entonces no tenían por qué recriminarle nada.

Otra lección más: tienes que defender siempre a tu gente. Y otra más: Alejandro nunca me dijo que le hubiesen echado en cara la responsabilidad de dejarme tal noticia; lo intuí y lo escuché “sin querer” al pasar por un despacho, y por eso aprendí que no debemos trasladar a los subordinados las discusiones o las broncas de nuestros superiores. Aquella tarde, si mi jefe me hubiese comunicado esa queja, posiblemente no hubiese levantado cabeza en unos cuantos días. Como les decía, Alejandro, uno de los mejores jefes que he tenido. Y como les contaba, Julio Anguita Parrado, un gran profesional con el que trabajé unos meses.

Desde entonces ha llovido mucho. Me fui de la tele a la prensa escrita, de ahí a la Uni, luego a un gabinete de comunicación hasta llegar a la radio, a Onda Cero, que es donde trabajo como directora regional de La Rioja.

En todos mis destinos profesionales he aprendido —y sigo aprendiendo— muchísimo. Y eso es muy importante. Como tener buenos jefes y compañeros. Gracias Alejandro. Gracias Julio.


(Pilar es la de la izquierda. En la imagen aparece con Idioa Altadill, responsable de Onda Cero en Navarra).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así es Pilar, yo también coincidí con Alejandro Dueñas y comparto tu opinión. Un gran profesional. Y también pasé por la entrevista que comentas, y recuerdo especialmente duro a Jorge del Corral, entonces director de Noticias (él odiaba la palabra Telediario), y sus incisivas preguntas con trampa para cargarse a quien no estaba lo suficientemente informado.

Saludos
Ricardo Oroz

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