sábado, 26 de junio de 2010

Desembarco en la profesión (14)

Alberto Sanz es un todoterreno que lleva muchos años vinculado a la Cope. Su historia está ligada a un penalti que se pitó en medio del campo...

Todo comenzó en septiembre de 2003 en la cadena COPE. Antes ya había hecho cosillas, como enviar notas de prensa a los diarios con crónicas de tenis, pero hasta ese momento no había hecho nada serio. Antes de comenzar la liga me llamaron para trabajar durante el año en deportes, ya que Javier Luis Velasco, quien me recomendó, dejaba el puesto. Finalmente la cosa no pude ser, ya que uno de los becarios lo estaba haciendo muy bien en informativos y vieron la posibilidad de poder seguir contando con él en deportes (no procede decir su nombre). Pese a que no sabía mucho de fútbol, su saber hacer con el micrófono le dio la oportunidad. Yo me tuve que resignar, pero la verdad es que lo entendí. Me pareció normal. Ojalá en todos los sitios dieran confianza y continuidad a la gente que se ha formado en sus empresas.

Pero, cosas de la vida, días más tarde comenzó la liga española con un Osasuna-Valencia. Comenzaba el “Tiempo de Juego” de aquel año, con Eduardo García e Isaac Fouto, y con todo un Javier Alonso en la cabina retransmitiendo. Como becario de deportes le tocaba hacer de inalámbrico en el Sadar. A mediados de la primera parte, con un potente grito entró en antena el inalámbrico diciendo: “Penalti en el centro del campo en el Sadar”, ante el asombro de los oyentes, pero sobre todo ante la sorpresa de Javier Alonso, que no se podía creer lo que veía, más bien lo que oía… Gracias a ese penalti al siguiente lunes me llamaron para que me incorporara a los deportes de la COPE, junto a Patxi Cervantes y Jose Javier Iso.

Comencé yendo martes y miércoles a Tajonar a cubrir el entrenamiento y a hacer de inalámbrico al Sadar. De mi primer partido no olvido mi mayor miedo, salir en el “Radiador” (sección del programa del “Tirachinas” en el que se ríen de las pifias de los locutores), ni del riguroso examen futbolístico al que me sometió Javier Alonso para asegurarse de que sabía de lo que hablaba. El ir respondiendo a las preguntas correctamente le iba tranquilizando, pero cuando le dije los colores de la camiseta del Sestao (el equipo de sus amores) se calmó por completo. A partir de ahí comenzaron las conexiones los sábados a la una de la madrugada para hacer la previa del partido de Osasuna, unos me venía mal porque estaba con sueño y me quería dormir y no podía (y a veces no llamaban), y otros porque tenía cena con los amigos y estaba preocupado por el ruido o por la cobertura dependiendo en que lugar (ahí llamaban siempre).

Desde entonces llegaron momentos inolvidables, como subir con el micrófono inalámbrico narrando y corriendo las escaleras del Reyno de Navarra hasta llegar al palco y ahí entrevistar a los jugadores mientras saludan a los aficionados que festejan la clasificación para la Champions, ver que tanto los diarios deportivos como los nacionales hacen eco de una entrevista mía al uruguayo Pablo García para la revista Don Balón, cantar el gol de Nekounam en directo que clasificaba al equipo rojillo para octavos de la UEFA en el último segundo. O malos momentos, como tratar de hacer una entrevista coherente a los jugadores de Osasuna en la hierba del Vicente Calderón tras perder la final de la Copa del Rey.



Recuerdo con bastante amargura el día de la muerte del portero del Portland Vladimir Rivero. El día estaba previsto como una fiesta, y es que el programa del “Tirachinas” de José Antonio Abellán visitaba Pamplona con todo el show que ellos montan. Sin embargo, la noticia de la muerte de Vladimir nos cayó a todos como una losa, y más a mí, cuando, buscando en el archivo una entrevista suya, se dio la casualidad que era una que le hice y en la que se le escuchaba constantemente a su hija hablar de fondo.

A lo largo de estos años me han dado muchos consejos, y de todos ellos me quedo con dos. El primero me lo regaló Javier Espiga, un gran tipo que me dijo: “No sólo hay que ser honrado, sino que también hay que parecerlo”. Considero imprescindible ser honrado y honesto, y más en esta profesión. Pero no hay que olvidar que también debes dar esa imagen. El otro me lo dio Iñigo Eguillor, técnico de COPE, muy bueno por cierto, quien dijo: “En antena jamás digas problemas técnicos”. Tiene toda la razón, ya que, si tu voz se está escuchando, es gracias a él. Pero el consejo es extensible a todos los aspectos, y es que no se puede ir culpando a los compañeros de puertas a fuera.

Han sido ya varios años narrando partidos del Portland San Antonio, del MRA Navarra, y de casi todo lo deportivo que pasaba en Navarra en los que he vivido momento únicos desde una perspectiva diferente al resto de los espectadores. Hay muchas cosas con las que quedarse: los momentos vividos, conocer a gente, la satisfacción de cuando algo tras muchas horas de trabajo sale bien, la ilusión de las madres cuando alguien les comenta que han visto/oído a su hijo… aunque desgraciadamente todo esto no va en relación al sueldo (si es que hay suerte y existe) los primeros años. No se sabe dónde ni cómo terminará uno, tan sólo puedo decir que estos primeros pasos del periodismo han merecido la pena, no nos haremos al principio millonarios (y tal vez al final tampoco), pero lo que se disfruta haciendo algunos trabajos no se paga con dinero.

No sé cuanto tiempo más seguiré en la COPE, pero he de estar agradecido por darme la oportunidad y por confiar en mi a lo largo de estos casi cinco años, que me han servido para formarme (que no forrarme), y para abrirme las puertas a otro trabajos, ya que gracias a esto hoy día puedo decir que estoy trabajando en Difusión Comunicación y Marketing, una de las empresas importantes de comunicación de Navarra, en la que soy jefe de edición de la revista Escaparate, además de ser corresponsal en Pamplona de la revista Don Balón y de ser jefe de prensa de la Federación Navarra de Tenis. Todo ello compatibilizado con la retransmisión de los partidos de Osasuna a nivel nacional en COPE.

Quién me iba a decir a mi hace varios años que iba hacer una entrevista para la revista Escaparate (en la que actualmente trabajo) a Patricia Conde con la ayuda de todo un profesional como Juan Antonio Villanueva. Este es sólo un ejemplo de la cantidad de cosas especiales que se hacen en esta profesión. Ya he hecho muchas cosas, pero lo mejor es que sé que me quedan muchas más por vivir y hacer.

Quién me iba a decir a mí que ese penalti en el centro del campo me iba a aportar tantas y tantas cosas…

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